Nueva oportunidad para el eje Alameda-Providencia

La recuperación de estos espacios sería un notorio avance para la ciudad, pero para que ello sea posible depende críticamente de que el vandalismo se pueda mantener bajo control, de lo que hay fundadas dudas.



La reactivación del proyecto que apunta a la recuperación y transformación del eje Alameda-Providencia, en la Región Metropolitana, es ciertamente un anuncio importante para la ciudad de Santiago. El Presidente de la República, quien encabezó la ceremonia de la firma de una serie de convenios con distintas autoridades de gobierno y comunales, señaló que “el objetivo de este proyecto es crear juntos mejor calidad de vida, espacios públicos que sean más limpios, más iluminados, más seguros”.

Los planes para la recuperación de este crucial eje urbano vienen desde el segundo gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, para cuyos efectos incluso se lanzó un concurso internacional. Sin embargo, en 2019, bajo la segunda administración del Presidente Piñera, el proyecto fue suspendido, entre otras razones porque no estaban asegurados los recursos. Fue un desenlace ciertamente desconcertante, que puso en duda la solvencia del Estado para planificar obras a gran escala, pero que ahora vuelve a encontrar una nueva oportunidad. Decisivo para ello ha sido el impulso del actual gobernador metropolitano, quien ha empujado esta iniciativa desde hace años.

En líneas generales, los proyectos contemplan recuperación de fachadas, una extensa ciclovía, mejoras paisajísticas y también el reemplazo de la rotonda en la Plaza Baquedano, entre otros aspectos. Lograr que este proyecto se concrete será ciertamente un exigente desafío desde el punto urbanístico y de gestión, pero por los evidentes beneficios que conlleva, en particular para la calidad de vida de los millones de personas que circulan, trabajan o viven a lo largo de este eje, es importante su consecución.

Hay también una evidente carga simbólica en la recuperación de estos espacios. El centro de la ciudad de Santiago así como otras zonas de la capital han experimentado un fuerte deterioro en los últimos años, particularmente desde el estallido social, donde núcleos de violentistas tomaron como práctica habitual el destrozo de calles, fachadas, monumentos y espacios públicos, dejando como resultado un escenario dantesco.

Devolverle estos espacios a la ciudad ha de ser una misión prioritaria, pero ello solo será posible en la medida que exista el férreo compromiso de mantenerlos libres de vandalismo. Hay razones fundadas para dudar de que dicho compromiso se pueda mantener en el tiempo, como lo prueba la dificultad para hacer prevalecer el orden público precisamente en las zonas que se pretende intervenir. La zona de Plaza Baquedano y sus alrededores ha sido arrasada -incluso hoy un “colectivo” se opone a que una de las entradas del Metro pueda ser reabierta, por estimar que es un sitio de “memoria”-, y la estatua del General Baquedano, que se mantuvo allí por más de 90 años, debió ser retirada por los actos vandálicos, sin que haya podido retornar. A lo largo de la Alameda es posible ver una descontrolada presencia del comercio ambulante así como el asentamiento de improvisados campamentos, y la propia comuna de Santiago vive una crisis de inseguridad, que incluso fue motivo de un pronunciamiento de la Cámara de Diputadas y Diputados.

Cabe esperar entonces que el proyecto Alameda-Providencia constituya un punto de inflexión, y sea el primer paso para recuperar el orden público y una mejor ciudad para sus habitantes. En ese sentido, será una crucial prueba de fuego para las autoridades.

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